Hemotrópicos y hemoparásitos: desde el
microbioma, patobionte y patógenos sanguíneos
Hemotropic and Hemoparasites: From the Microbiome,
Pathobiont, and Bloodborne Pathogens
Hemotrópicos e Hemoparasitas: Do Microbioma,
Patobiota e Patógenos Sanguíneos
Editorial
Thrusfield (2018), padre de la epidemiología veterinaria, es-
tableció una definición para enfermedad, donde un animal
estaba enfermo cuando este no alcanzaba los parámetros
zootécnicos – productivos de su especie, raza y condiciones
de producción preestablecidas. Dejando claro que la presen-
cia per se de un agente asociado al patobionte o agente pa-
togénico, no es sinónimo de enfermedad (Mazmanian et al.,
2008). Aquí es donde la Teoría Ecológica se utiliza cada vez
más para explicar los fenómenos observados en las interac-
ciones microbio-microbio y microbio-hospedero (Gilbert &
Lynch, 2019).
Ahora, la vida definida como una actividad sistémica que ca-
taliza la conversión de entropía en información, es decir, la
energía se degrada (interacción huésped-parásito-simbiosis)
(Margalef, 1992), permite entender la complejidad del térmi-
no “parásito”, agente el cual tiene una dependencia fisiológica
y ecológica del hospedero, él cual le proporciona hábitat y re-
cursos para su ciclo de vida (Combes, 2001). Por esta razón,
Jaramillo-Hernández, Dumar A1, Acero-Plazas, Victor M2
*Autor de correspondencia: dumar[email protected]
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Como citar este artículo / How to cite this article: Jaramillo-Hernández, D., A, y Acero-Plazas,
V. M., (2024). Hemotrópicos y hemoparásitos: desde el microbioma, patobionte y patógenos
sanguíneos. Revista Sistemas de Producción Agroecológicos, 15(1), e-1054. DOI: hps://doi.
org/10.22579/22484817.1054
1 MVZ, Esp., MSc., PhD. Escuela de Ciencias
Animales, Universidad de los Llanos. Km 12 vía
Puerto López, Villavicencio, Colombia. ORCID:
hps://orcid.org/0000-0003-1377-1747
2 DMV, MSc. Asociación Nacional de Médicos
Veterinarios de Colombia (AMEVEC),
Asociación Colombiana de Infectología
(ACIN), Bogotá, Colombia. ORCID:
hps://orcid.org/0000-0002-3202-7086
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se estima que el número de especies parásitas es
alrededor de 4 veces mayor que el de los taxones
de vida libre (Zimmer, 2000). Aunque las parasito-
sis, enfermedades asociadas a parásitos, pueden
desencadenar extinción de otras especies (Cun-
ningham & Daszak, 1998), también están asocia-
das con biodiversidad, resiliencia de ecosistemas
y conservacionismo de otras especies (Thomas et
al., 2005).
Desde su clasificación simplista, hay dos grandes
grupos de parásitos, los micro y macro parásitos
(Pérez, 2009). Los microparásitos establecen al-
tas tasas de reproducción dentro del hospedero,
con tiempos de generación cortos y poblaciones
inestables; siendo los responsables de enferme-
dades epidémicas, como lo son algunos virus, bac-
terias, protozoos. Los macroparásitos se reprodu-
cen fuera del hospedero, principalmente, teniendo
así poblaciones estables en el tiempo y también
son responsables de enfermedades endémicas,
ejemplo de este grupo son los helmintos, artró-
podos y otros metazoos (Anderson & May, 1979),
entre otros agentes patógenos o integrantes del
patobionte. Este término se refiere a aquellos mi-
croorganismos comensales, que bajo la influencia
de un entorno adecuado pueden producir enfer-
medad o causar una desregulación inflamatoria
que conlleva a la patología (Casariego et al., 2016;
Moreno del Castillo et al., 2018).
Por otro lado, el microbioma, comunidades micro-
bianas comensales, abrió las puertas de entendi-
miento del genoma – fenotipo co-participativo,
generando en realidad un simbionte (Dethlefsen et
al., 2007). Dentro de la población de microbios del
microbioma que acompaña un organismo, existe
una población que puede ser denominada “Pato-
bionte” (Hornef, 2015), definido como un simbionte
que es capaz de promover patología sólo cuando se
alteran condiciones genéticas o ambientales espe-
cíficas en su hospedero (Chow & Mazmanian, 2010).
Recientemente, se estableció que en la sangre
también hay la posibilidad de reconocer y estudiar
un microbioma (Cheng et al., 2023). El microbioma
sanguíneo está definido por el conjunto de mi-
croorganismos vivos presentes en la sangre, “mi-
crobioma central” siendo este crucial para la fun-
ción biológica del hospedero (Risely, 2020), donde
la disbiosis, alteración del equilibrio de los micror-
ganismos presentes en ese microbioma sanguí-
neo, se puede asociar a estados de enfermedad,
es decir, patobionte (Cheng et al., 2023).
Los parásitos con capacidad infecciosa son la cau-
sa más importante de enfermedad dentro de los
sistemas de producción animal y animales de com-
pañía (Jochum & Stecher, 2020). Especialmente,
los hemoparásitos juegan en papel preponderan-
te dentro de las enfermedades transmitidas por
vectores (Stuen, 2020), los hemoparásitos son
patógenos que habitan en el torrente sanguíneo
del hospedero e incluyen microorganismos como
bacterias, micoplasmas, protozoos y flagelados
(Huggins et al., 2019), mientras que los agentes
microbianos denominados hemotrópicos, tienen
una orientación a ubicarse en células del torren-
te sanguíneo, estos pueden ser o no parte de un
patobionte o ser patógenos (Guimaraes et al.,
2014). Otra definición de hemoparásito menciona
que son aquellos organismos que infectan y se
desarrollan en células sanguíneas (glóbulos ro-
jos, glóbulos blancos, plaquetas) y pueden causar
diversas enfermedades. Los hemoparásitos inclu-
yen una amplia variedad de organismos pertene-
cientes a diferentes grupos taxonómicos como los
protozoos (Babesia y Trypanosoma) y de otros gé-
neros como Haemobartonella y Anaplasma, entre
otros (Irwin, 2009; Otranto & Dantas-Torres, 2010;
Solano-Gallego & Baneth, 2011).
Hoy en día el uso de la denominación hemoparásito
o la de agente hemotrópico ha llevado a confusio-
nes técnicas a diferentes clínicos e investigadores,
por el uso ambiguo de esta terminología. El mejor
ejemplo de esta situación, son los denominados
micoplasmas hemotrópicos o “hemoplasmas”, de
donde se ha acuñado esta fusión de conceptos
(Willi et al., 2010). Los hemoplasmas son bacterias
gran negativas, epieritrocíticas obligadas sin pa-
red celular, que infectan numerosas especies ani-
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males, incluido el ser humano (De Souza & Ruegg,
2023). Dentro del grupo de hemotrópicos encon-
tramos agentes del género Mycoplasma (Messic,
2004) y otros que no son hemotrópicos (Mazaheri
et al., 2014).
Por otro lado, la introducción de la caracterización
molecular de agentes asociados al patobionte o
patógenos, mediante secuenciación del gen 16S
rRNA abrió posibilidades de nueva clasificación
y reclasificación taxonómica de estos agentes
hemotrópicos y hemoparásitos (Gee et al., 2003).
Un ejemplo importante son las reclasificaciones de
dos géneros de hemoparásitos: Hemobartonella y
Eperythrozoon, en el año 1984 fueron clasificados
dentro de la colección Rickettsiae (Kreier &
Ristic, 1984), en el año 2001 pasaron hacer
descritos dentro de la familia Anaplasmataceae
(Neimark et al., 2001); y desde el 2001, gracias a la
secuenciación del gen 16S rRNA, hacen parte del
género Mycoplasma (Neimark et al., 2002).
Reuniendo la información dada hasta ahora, el gé-
nero Mycoplasma es un buen ejemplo de agente
hemotrópico, dado que se asocia a la membra-
na celular de los glóbulos rojos de su hospedero,
sin originar enfermedad, haciendo parte estable
del microbioma sanguíneo (relación comensal), al
tiempo que es conocido por su amplio potencial
patógeno (patobionte) y también, en otros casos,
siendo un patógeno altamente virulento con sus
hospederos (Liu et al., 2012; Guimaraes et al., 2014).
Dado este derrotero teórico de posibilidades de
uso de tecnicismos para referirse a agentes mi-
crobianos parasitarios con capacidad patogénica
o no, que tienen tropismo por el torrente sanguí-
neo, se hace necesario aclarar conceptos alrede-
dor de este tema, y poder definir en la clínica diaria
el uso de términos correctos en la búsqueda, diag-
nóstico y tratamiento de estos agentes.
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