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La profesión de la Salud Pública
y sus profesionales: aportación
de las enfermeras
The profession of Public Health and its professionals:
contribution of nurses
A profissão de Saúde Coletiva e seus profissionais:
contribuição do enfermeiro
José Ramón Martínez Riera
Enfermero, doctor en Enfermería, profesor titular del Departamento de
Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia
de la Ciencia, director de la cátedra de Enfermería Familiar y Comunitaria,
Universidad de Alicante, España. jr.martin[email protected]
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4926-6622
Editorial Fecha de recepción: 01/06/2023 Fecha de aprobación: 16/06/2023
Como citar este artículo / How to cite this article: Martínez-Riera J. R., (2023). La profesión de la Salud Pública
y sus profesionales: aportación de las enfermeras. Boletín Semillero De Investigación En Familia, 5(1), e-959.
DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.959
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La profesión de la Salud Pública y sus profesionales: aportación de las enfermeras
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Vol 5 No. 1 - e-959 enero junio 2023. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.959
Resumen
La salud pública ha sido y sigue sien-
do la “hermana pobre” de los sistemas
de salud, a pesar del impacto que tiene
y la significación en los niveles de sa-
lud y bienestar de la población. Tanto
su definición, muchas veces ambigua
cuando no confusa, como sus funciones
y, sobre todo, la identificación, visibili-
zación y valoración que de sus profe-
sionales se tiene, por parte de las insti-
tuciones y de la propia sociedad, hacen
preciso un análisis de la salud pública
y sus profesionales. Se presenta el tra-
bajo que se ha llevado a cabo en este
sentido y se reflexiona sobre todo ello.
Palabras clave (fuente: DeCS): enfer-
meras; participación comunitaria; pro-
fesionales de Salud Pública; salud co-
munitaria; salud pública.
Abstract
Public health has been and continues to
be the “poor sister” of health systems,
despite the impact it has and the signifi-
cance on the levels of health and well-be-
ing of the population. Both its definition,
often ambiguous if not confusing, as
well as its functions and, above all, the
identification, visibility and valuation of
its professionals, by the institutions and
by society itself, make an analysis of
health necessary. public and its profes-
sionals. The work that has been carried
out in this regard is presented and a re-
flection is made on all of it.
Keywords (source: DeCS): community
health; community participation;
nurses; public health professionals;
public health.
Resumo
A saúde pública foi e continua a ser a
“irmã pobre” dos sistemas de saúde,
apesar do impacto que tem e da rele-
vância nos níveis de saúde e bem-estar
da população. Tanto a sua definição,
muitas vezes ambígua senão confusa,
como as suas funções e, sobretudo, a
identificação, visibilidade e valoriza-
ção dos seus profissionais, pelas insti-
tuições e pela própria sociedade, tor-
nam necessária uma análise da saúde
pública e dos seus profissionais. Apre-
senta-se o trabalho que tem vindo a ser
realizado neste sentido e faz-se uma
reflexão sobre o mesmo.
Palavras-chave (fonte: DeCS):
enfermeiros; participação da
comunidade; profissionais de saúde
pública; saúde coletiva; saúde da
comunidade.
Desde hace ya tiempo, pero especial-
mente tras la pandemia de la COVID-19,
quedaron de manifiesto dos cuestiones
importantes en relación con la salud
pública. Por una parte, su importancia
en el abordaje, seguimiento y control
de la propia pandemia y, por otra, lo ol-
vidada, invisibilizada, desvalorizada y
maltratada que siempre ha estado en el
conjunto de los Sistemas Nacionales de
Salud, que la ha relegado a un ámbito
puramente administrativo de manejo
de datos epidemiológicos y controles
estandarizados de salud, de tal mane-
ra que su aportación no es identificada
con base en su importancia real, sino
en su utilidad, muchas veces político-
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sanitaria más que de salud, que es por
lo que, como su propio nombre lo indi-
ca, realmente debería ser identificada.
Pero, además, su denominación no es
en ningún caso casual ni fortuita, sino
que obedece al fin sobre el que debe
centrar su atención, interés y dedica-
ción, a saber, contribuir a la mejora de
la salud de las personas, las familias
y la comunidad a través de su parti-
cipación activa en la toma de decisio-
nes. Por tanto, no tiene nada que ver
con aspectos mercantilistas de relación
público-privada con los que maliciosa-
mente algunos pretenden relacionarla
o acotarla, lo que, por otra parte, tam-
poco excluye la necesaria colaboración
de sectores públicos y privados en fa-
vor de la salud global y común de todos,
es decir, la salud pública (1).
Así pues, tal como ha quedado paten-
te, la propia definición de salud públi-
ca es polisémica, que no confusa, y en
muchas más ocasiones de lo deseado
se manipula con intereses que se ale-
jan de la salud para aproximarse a la
teleopatía u obtención acrítica de los
resultados, lo que supone la instrumen-
talización de las acciones propias de la
salud pública (2).
Pero más allá de la definición, la salud
pública que tenemos en la mayoría de
los países está muy medicalizada, ma-
sivamente apoyada en la epidemiología
de la enfermedad, excluyendo aspectos
epidemiológicos de tanta trascendencia
como la salud y los cuidados, desde una
perspectiva positivista centrada casi
exclusivamente en métodos cuantita-
tivos que excluyen sistemáticamente
las metodologías cualitativas y limitan
la participación real de las personas a
través de la investigación acción par-
ticipación que les permita dejar de ser
exclusivamente sujetos pasivos de in-
tervención para pasar a ser agentes
activos de la propia investigación. Todo
esto deriva en un modelo paternalista
en el que los profesionales tradiciona-
les de la salud, fundamentalmente mé-
dicos y enfermeras, asumen el prota-
gonismo exclusivo y excluyente de la
salud comunitaria a través de lo que
algunos autores denominan la salud
persecutoria como efecto secundario
de la promoción de la salud basada en
mensajes culpabilizantes y de prohibi-
ción (3). A su vez, esta situación provo-
ca una clara dependencia del sistema y
una importante demanda insatisfecha
que conduce a la saturación y al colap-
so de los servicios de salud en un pro-
ceso tan perverso como circular del que
no se sabe o no se quiere salir (4).
Ante esta situación, la salud pública
que necesitamos, tras la incertidumbre
y las certidumbres dejadas por la pan-
demia, pero también ante las dudas
que plantean las políticas neoliberales
que se están imponiendo de manera
progresiva y firme de manera global, es
una salud pública diversa en cuanto a
su propia acción, tal como ya se ha co-
mentado, pero también en cuanto a la
composición de los profesionales que la
integran o deberían integrarla. La sa-
lud es demasiado importante para que
quede en manos tan solo de los conoci-
dos y denominados profesionales de la
salud, que excluyen la participación de
otros profesionales, como si no pudiesen
aportar nada a la salud comunitaria.
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En la mayoría de los países sabemos
que la salud pública no es una profe-
sión en sí misma e incluso pasa a ser
identificada como una especialización
médica, lo que, como ya se ha comenta-
do, es un grave error que la contamina
e impregna del modelo asistencialista,
medicalizado, hospitalcentrista, pa-
togénico… del que se le hace partíci-
pe desde una perspectiva meramente
subsidiaria y utilitarista. De este modo,
la composición de la salud pública que-
da circunscrita básicamente a médicos,
enfermeras, veterinarios y farmau-
ticos cuando resulta imprescindible la
aportación de disciplinas como la ar-
quitectura, la ingeniería, la economía,
la abogacía, la salud medioambiental,
entre otras, que tanta importancia tie-
nen en cuanto a los determinantes so-
ciales y a los objetivos de desarrollo
sostenible. Solo desde esa perspectiva
multiprofesional y de trabajo transdis-
ciplinar e intersectorial seremos capa-
ces de dotar a la salud pública del valor
y la trascendencia que se le supone y
se le debería poder exigir.
Pero, además, la salud pública debe ser
ecléctica tratando de reunir y conci-
liar valores, ideas, tendencias, etc., de
sistemas diversos que permitan adap-
tarse a los diferentes contextos, de tal
manera que contribuya a la generación
de entornos saludables desde una pers-
pectiva salutogénica y de activos para
la salud (5).
La salud pública que necesitamos debe
ser participativa en cuanto a la colabo-
ración de la ciudadanía en la identi-
cación de necesidades, la planificación
de intervenciones y la implementación
de estrategias y poticas de salud, así
como su evaluación. De manera real
y activa seremos capaces de hacer
afrontamientos efectivos, eficaces y
eficientes ante los problemas de sa-
lud priorizados y no tan solo ante las
enfermedades.
En este panorama que en torno a la sa-
lud pública estamos analizando cabe
hacer una breve pero necesaria re-
flexión sobre cuál es el papel, la impli-
cación o el interés, que de todo hay, de
las enfermeras en la salud pública. En
este sentido, y antes de continuar, es
importante destacar que lo que a con-
tinuación se va a compartir en ningún
caso pretende ser una reivindicación
profesional o laboral de las enfermeras,
pues ni es el objeto del análisis ni tie-
ne cabida desde la perspectiva de inte-
gralidad, multisectorialidad y multidis-
ciplinariedad que se está planteando
desde el principio. Sin embargo, cree-
mos necesario identificar cuál puede o
debe ser el posicionamiento disciplinar
y profesional que desde la perspectiva
enfermera debemos adoptar.
Las enfermeras, más allá de cualquier
otra valoración, tienen una identifica-
ción científico-profesional indiscutible
en torno a los cuidados profesionales
y su prestación. Es precisamente en el
marco de la salud pública en el que di-
cha identificación adquiere una dimen-
sión mayor en tanto que la salud pública
trasciende cualquier ámbito de actua-
ción (atención primaria, salud comuni-
taria, hospitalaria, sociosanitaria, etc.)
para situarse en el bien común de la co-
munidad y en la abogacía de la salud, a
través de unos cuidados profesionales
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la saludblica, pero que lamentable-
mente que enmascarado con acep-
ciones tan genéricas como alejadas de
la realidad, como la de rastreadoras o
vacunadora cuando lo que realmen-
te estábamos haciendo era un control
epidemiológico y una planificación
compleja y complicada como la de las
vacunaciones, lo que viene a demos-
trar que finalmente lo que trasciende
es el resultado final, es decir, el rastreo
y el acto de la vacuna, en detrimento
de las estrategias de salud pública que
suponen. Pero es que además esta in-
terpretación y su consiguiente valo-
ración y puesta en marcha significa
la exclusión de la ciudadanía a la que
tan solo se hace receptora de las accio-
nes, excluyéndola de la participación y
eliminando la aportación singular que
pudiera realizar para mejorar las inter-
venciones. Algo que, por otra parte, fue
una constante en el abordaje que de la
pandemia se realizó por indicación de
las autoridades sanitarias y en contra
del criterio trasladado desde las socie-
dades científicas y organizaciones ciu-
dadanas (7).
Esta perspectiva siempre ha estado
avalada por los posicionamientos y do-
cumentos elaborados y aportados por
la Asociación de Enfermería Comuni-
taria (AEC), que forma parte de la So-
ciedad Española de Salud Pública y
Administración Sanitaria (SESPAS), la
cual reúne a diez sociedades científicas
de muy diversas disciplinas y ámbitos
profesionales (medicina, enfermería,
farmacia, veterinaria, derecho, salud
medioambiental, economía, epidemio-
logía, entre otros) y trabaja desde hace
que requieren de tiempo y espacio, de-
dicación y técnica, ciencia y sabiduría,
conocimiento teórico y praxis, que den
repuestas desde valores humanísticos
a valores universales de los derechos
humanos (libertad, equidad, igualdad,
conciencia moral, entre otros.) (6). Por
lo tanto, es importante diferenciar la
actuación de las enfermeras en ámbi-
tos como la atención primaria de lo que
es la salud pública que, por otro lado,
nunca debe ser identificada como una
parte de esta sino como un todo que
abarca la salud global de la comuni-
dad. Planteamiento que encaja en el
paradigma enfermero de la atención
integral, integrada e integradora, desde
la concepción de esta hasta su presta-
ción a través de unos cuidados que son
una realidad compleja, no lineal y en
evolución que va a precisar del trabajo
compartido con múltiples profesionales
y disciplinas y con la sociedad recepto-
ra final de los cuidados.
Por lo dicho, las enfermeras deben
identificar la salud pública como una
profesión de la cual formar parte y a la
cual aportar el conocimiento, compe-
tencia, habilidad y actitud enfermera,
pero nunca como una especialidad o un
ámbito de asistencia. Tan solo desde
esa posición, ese planteamiento y esa
visión, las enfermeras seremos capaces
de aportar y no convertirse en profesio-
nales tecnológicos con base en las con-
diciones institucionales que marcan las
organizaciones sanitaristas.
Este planteamiento, por ejemplo, quedó
de manifiesto en la pandemia de la CO-
VID-19, durante la cual las enfermeras
tuvimos un papel fundamental desde
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más de veinte años en la construcción y
desarrollo de la salud pública en Espa-
ña a partir de la imprescindible inter-
nacionalización que respuesta a los
problemas de salud global. En este in-
terés permanente por la salud pública
se ha desarrollado un trabajo que se ha
concretado en la reciente publicación
del libro La profesión de la Salud Públi-
ca y sus profesionales. Un reto urgente
para fortalecer la práctica de la salud
pública. En esta publicación, a través
de metodologías cuantitativas y cua-
litativas, se ha realizado un exhausti-
vo análisis de lo que es y debiera ser la
salud pública, pero también de quiénes
debieran constituirla como profesiona-
les. Trabajo que ha sido posible reali-
zar gracias al patrocinio de la cátedra
de Enfermería Familiar y Comunita-
ria de la Universidad de Alicante y al
apoyo del Centro Internacional de Es-
tudios en Salud (CEISAL) y de la propia
Asociación de Enfermería Comunitaria
(AEC), lo que pone de manifiesto la im-
plicación y el compromiso de las enfer-
meras con la salud pública.
El libro se estructura en tres partes bien
definidas. La primera aporta un breve
marco conceptual e institucional. En
la segunda parte se recogen los princi-
pales hallazgos del estudio empírico y
en la tercera se comparten las conclu-
siones y recomendaciones del trabajo
desarrollado.
Como quiera que se puede acceder de
manera totalmente libre y abierta al
contenido del libro (https://acortar.link/
MVkpKx), no se va a ahondar en esta
Editorial en su contenido, pero sí cabe
aportar las que se consideran principales
recomendaciones que, en gran medida,
dan respuesta a los aspectos sobre los
que se ha reflexionado en esta apor-
tación. Si bien es cierto que las cita-
das recomendaciones se circunscriben
a la acción de la SESPAS, entendemos
que estas pueden ser extrapolables de
manera genérica al objetivo común de
contribuir a la mejora de la salud pú-
blica, de modo que las concretamos en:
Reforzar el ámbito multidisciplinar
de la salud pública más allá del ám-
bito sanitario, acentuando la dimen-
sión social y ciudadana de la salud
pública en su acepción como salud
de la comunidad.
Mejorar la capacidad de aglutinar
las diversas perspectivas de la salud
y de sus determinantes, establecien-
do alianzas con sociedades profesio-
nales que aporten valor a las políti-
cas de salud.
Definir de manera explícita los pro-
pósitos y objetivos estratégicos de la
salud pública y de las sociedades u
organizaciones que las conforman o
representan.
Fomentar la visibilidad y la influencia
social de las sociedades científicas
en defensa de la salud pública, inde-
pendiente de las autoridades y cor-
poraciones profesionales y poticas,
abordando temas de interés social y
aprovechando a las oportunidades
para convertirse en una referencia
ciudadana y potica (no partidista).
Contribuir a orientar las políticas de
salud y sanitarias, influyendo en las
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agendas políticas en todo lo relacio-
nado con la salud.
Priorizar la defensa de la salud pú-
blica desde el respeto a la autonomía
y al empoderamiento ciudadano, co-
laborando con las iniciativas salu-
bristas y participativas de las admi-
nistraciones públicas, asociaciones
ciudadanas y las organizaciones no
gubernamentales.
Mejorar la gestión de la comuni-
cación, teniendo un papel proacti-
vo y fomentando la colaboración
con los medios desde la autonomía
profesional.
Fomentar el profesionalismo, esta-
bleciendo unos requisitos éticos y
deontológicos básicos.
A partir de aquí, se trata de que las ins-
tituciones identifiquen la importancia y
la necesidad de apoyar, reforzar e im-
pulsar la salud pública como un eje ver-
tebrador fundamental de la salud de las
personas, las familias y la comunidad, a
través de la inclusión de la salud en to-
das las políticas y de la gestión de esta
alejada de intereses que la utilicen como
vehículo para obtener rédito potico.
La salud en general y la salud pública
en particular deben ser identificadas
como una responsabilidad compartida
y no tan solo como un servicio obtenido
a demanda como consecuencia de una
enfermedad. La salud no solo se cuida,
sino que se modula, adapta y construye
colectiva y participativamente tanto
de manera individual como familiar y
comunitaria.
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