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Vol 5 No. 1 - e-959 enero junio 2023. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.959
José Ramón Martínez Riera
la salud pública, pero que lamentable-
mente quedó enmascarado con acep-
ciones tan genéricas como alejadas de
la realidad, como la de rastreadoras o
vacunadora cuando lo que realmen-
te estábamos haciendo era un control
epidemiológico y una planificación
compleja y complicada como la de las
vacunaciones, lo que viene a demos-
trar que finalmente lo que trasciende
es el resultado final, es decir, el rastreo
y el acto de la vacuna, en detrimento
de las estrategias de salud pública que
suponen. Pero es que además esta in-
terpretación y su consiguiente valo-
ración y puesta en marcha significa
la exclusión de la ciudadanía a la que
tan solo se hace receptora de las accio-
nes, excluyéndola de la participación y
eliminando la aportación singular que
pudiera realizar para mejorar las inter-
venciones. Algo que, por otra parte, fue
una constante en el abordaje que de la
pandemia se realizó por indicación de
las autoridades sanitarias y en contra
del criterio trasladado desde las socie-
dades científicas y organizaciones ciu-
dadanas (7).
Esta perspectiva siempre ha estado
avalada por los posicionamientos y do-
cumentos elaborados y aportados por
la Asociación de Enfermería Comuni-
taria (AEC), que forma parte de la So-
ciedad Española de Salud Pública y
Administración Sanitaria (SESPAS), la
cual reúne a diez sociedades científicas
de muy diversas disciplinas y ámbitos
profesionales (medicina, enfermería,
farmacia, veterinaria, derecho, salud
medioambiental, economía, epidemio-
logía, entre otros) y trabaja desde hace
que requieren de tiempo y espacio, de-
dicación y técnica, ciencia y sabiduría,
conocimiento teórico y praxis, que den
repuestas desde valores humanísticos
a valores universales de los derechos
humanos (libertad, equidad, igualdad,
conciencia moral, entre otros.) (6). Por
lo tanto, es importante diferenciar la
actuación de las enfermeras en ámbi-
tos como la atención primaria de lo que
es la salud pública que, por otro lado,
nunca debe ser identificada como una
parte de esta sino como un todo que
abarca la salud global de la comuni-
dad. Planteamiento que encaja en el
paradigma enfermero de la atención
integral, integrada e integradora, desde
la concepción de esta hasta su presta-
ción a través de unos cuidados que son
una realidad compleja, no lineal y en
evolución que va a precisar del trabajo
compartido con múltiples profesionales
y disciplinas y con la sociedad recepto-
ra final de los cuidados.
Por lo dicho, las enfermeras deben
identificar la salud pública como una
profesión de la cual formar parte y a la
cual aportar el conocimiento, compe-
tencia, habilidad y actitud enfermera,
pero nunca como una especialidad o un
ámbito de asistencia. Tan solo desde
esa posición, ese planteamiento y esa
visión, las enfermeras seremos capaces
de aportar y no convertirse en profesio-
nales tecnológicos con base en las con-
diciones institucionales que marcan las
organizaciones sanitaristas.
Este planteamiento, por ejemplo, quedó
de manifiesto en la pandemia de la CO-
VID-19, durante la cual las enfermeras
tuvimos un papel fundamental desde