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Formación en Epidemiología:
más allá de cuestiones
metodológicas
Training in Epidemiology: beyond methodological issues
Formação em Epidemiologia: para além das queses metodológicas
Natalia Sofía Gallego Eraso
Enfermera, magíster en Administración en Salud, profesora, coordinadora
de Investigación y Semillero de Investigación ALQUIMISTAS, programa de
Enfermería, Universidad Mariana, Pasto, Colombia.
ngallego@umariana.edu.co.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3285-5762
Artículo de reflexión Fecha de recepción: 22/01/2023 Fecha de aprobación: 27/05/2023
Como citar este artículo / How to cite this article: Gallego Eraso N. S., (2023). Formación en Epidemiología: más
allá de cuestiones metodológicas. Boletín Semillero De Investigación En Familia, 5(1), e-926. DOI: https://doi.
org/10.22579/27448592.926
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OPEN ACCESS
“cada día tiene una historia que merece ser
contada, porque estamos hechos de historias”.
Eduardo Galeano
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Vol 5 No. 1 - e-926 enero junio 2023. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.926
Resumen
La formación posgradual y la profundi-
zación en diferentes áreas del conoci-
miento se han convertido en uno de los
elementos indispensables dentro de las
instituciones de educación superior al
representar la cualificación del docente
y, como no, el aporte y avance del cono-
cimiento. Además, dentro del proyecto
de vida de una persona representan un
aparente “estatus intelectual”, malin-
terpretado hoy en día porque el título
tiene que “pesar” para entender la res-
ponsabilidad moral y social que conlle-
va. En Colombia, vivimos en el entorno
de la “calidad” académica, donde la
mercantilización de los títulos univer-
sitarios con discursos filantrópicos son
vacíos en esencia y están caracteri-
zados por praxis que no promueven
el debate ideológico, social ni político,
sino que, por el contrario, se justifican
en bastos fundamentos típicos de las
empresas comerciales. De acuerdo con
el Consejo Nacional de Acreditación
(CNA), a diferencia de otros países de
América Latina, en Colombia, solo en
los últimos cinco años, el número de
programas de posgrado ha crecido más
rápidamente en maestrías y en docto-
rados, en un contexto donde se ofer-
tan bienes y servicios, en ocasiones, sin
características diferenciadoras. Clara-
mente, existe hoy en día una tendencia
desmesurada de formación posgradual.
Palabras clave (fuente: DeCS): enferme-
ría; epidemiología social; epidemiología.
Abstract
Postgraduate training and deepening
in different areas of knowledge have
become one of the essential elements
within higher education institutions,
representing the teachers qualifica-
tion and, of course, the contribution
and advancement of knowledge. In
addition, within a person’s life project
they represent an apparent “intellec-
tual status”, misinterpreted nowadays
because the title has to “weigh” to un-
derstand the moral and social respon-
sibility that it entails. In Colombia, we
live in an environment of academic
“quality”, where the commodification
of university degrees with philanthrop-
ic discourses are essentially empty and
are characterized by praxis that do
not promote ideological, social or polit-
ical debate, but, on the contrary, , are
justified on coarse foundations typical
of commercial companies. According
to the National Accreditation Coun-
cil (CNA), unlike other Latin American
countries, in Colombia, only in the last
ve years, the number of postgradu-
ate programs has grown more rapidly
in master’s degrees and doctorates, in
a context where goods and services are
offered, sometimes without differenti-
ating characteristics. Clearly, there is
today an excessive trend of postgrad-
uate training.
Key words (source: DeCS):
epidemiology; nursing; social
epidemiology.
Resumo
A formação e o aprofundamento pós-
graduados em diferentes áreas do con-
hecimento tornaram-se um dos elemen-
tos essenciais dentro das instituições de
ensino superior, representando a qua-
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Natalia Sofía Gallego Eraso
lificão do professor e, claro, o aporte
e avanço do conhecimento. Além disso,
dentro do projeto de vida de uma pessoa
representam um aparente “status inte-
lectual”, hoje mal interpretado porque o
tulo tem que “pesar” para entender a
responsabilidade moral e social que ele
acarreta. Na Colômbia, vivemos em um
ambiente de “qualidade” acadêmica,
onde a mercantilização dos diplomas
universitários com discursos filantrópi-
cos são essencialmente vazios e carac-
terizados por práxis que não promovem
o debate ideogico, social ou político,
mas, ao contrário, são justificado em
bases grosseiras típicas de empresas
comerciais. Segundo o Conselho Nacio-
nal de Acreditação (CNA), ao contrário
de outros países latino-americanos,
na Colômbia, apenas nos últimos cinco
anos, o número de programas de pós-
graduação cresceu mais rapidamen-
te em mestrados e doutorados, em um
contexto em que bens e serviços são
oferecidos , por vezes sem caracterís-
ticas diferenciadoras. Claramente, há
hoje uma tendência excessiva de for-
mação pós-graduada.
Palavras-chave (fonte: DeCS):
enfermagem; epidemiologia social;
epidemiologia.
Introducción
Estudiar un posgrado representa para
los profesionales una esperanza frente
a la mejoría de las condiciones de vida,
especialmente en el campo laboral,
pues las oportunidades laborales en Co-
lombia son reducidas y una mejor cua-
lificación ofrece ventajas sobre otros
profesionales (2). La decisión y el tipo
de posgrado que se elige está relaciona-
do con la anidad o identificación por
ciertas temáticas. Sin embargo, aunque
la oferta de maestrías y doctorados se
presenta en un amplio abanico de posi-
bilidades, el tomar la decisión de iniciar
dichos estudios en un contexto de pan-
demia resulta aún más desafiante.
El profesor da el acceso a cada uno de
los estudiantes que se encuentran en
sala de espera (solo a los que aparecen
con nombre y apellido para evitar in-
filtrados) y solicita que enciendan-
maras. Después de seguir este proceso,
retoma el saludo e inicia la sesión (3).
Fue así como emprendí el estudio de la
epidemiología durante dos largos años,
en entornos virtuales, clases mediadas
por las tecnologías de la información,
aprendizaje autónomo y la lectura de
Gordis, un clásico referente en epide-
miología (4).
Esta es solo la experiencia de una per-
sona que cursó su maestría en una épo-
ca en la que existían preocupaciones
más relevantes, como la salvaguarda
de su vida, y ante la incertidumbre de
un futuro y el cuestionamiento de su
existencia decidió expresar en pala-
bras toda esa carga emocional y pro-
fesional que marcó un antes y un des-
pués en su vida.
La universidad es en la mira de quie-
nes desean que nadie cuestione nada,
que todos pensemos igual; es el blanco
de aquellos para quienes el saber y el
pensamiento crítico son un peligro so-
cial, por lo cual utilizan el arma del te-
rror para que ese interlocutor crítico de
la sociedad pierda su equilibrio, caiga
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en la desesperación de los sometidos
por la vía del escarmiento”.
Héctor Abad Gómez
Reflexión
Cuando decidí iniciar mi formación
como magíster en Epidemiología, lo
hice motivada por profundizar en as-
pectos conceptuales y metodológicos
de la investigación en salud, descono-
ciendo el contexto que implicaría y la
influencia que tendría para mi vida.
No nos digamos mentiras, uno quiere
saber el método, el diseño y los instru-
mentos para hacer investigación, uno
busca ser un teso en investigación o al
menos eso pretendía.
Como enfermera, he percibido la urgen-
te necesidad de forjar un conocimiento
que me brinde la posibilidad de derribar
las barreras que históricamente se han
tejido en mi profesión, al menos, desde
mi quehacer como profesora. Si bien el
departamento de Nariño cuenta con
una riqueza inigualable, tiene una insu-
ficiencia palpable en materia de ciencia
e investigación, como muchas regiones
de nuestro país, pese a ser visibiliza-
das desde las problemáticas sociales,
políticas, económicas, de orden público
y conicto armado que se comportan
como piedras angulares normalizadas
dentro de las dimicas de la población
y generan grandes oportunidades para
el desarrollo de la ciencia y la investiga-
ción. He conocido grandes investigado-
res, gente que hace ciencia y le entrega
ese saber a aquellos que no tienen la
posibilidad de elegir la vida que quisie-
ron, sino esa que les ha tocado vivir, y
lo expreso así porque en un entorno tan
hostil, como el nuestro, la gente vive del
rebusque. Nariño tiene grandes pen-
sadores, gente muy pila y preparada,
pero nos falta la pujanza de la alianza,
principalmente en lo que a investiga-
ción respecta.
En contraposición, se encuentran los
fanáticos del título universitario, los
que exigen respeto por un estudio de
maestría o doctorado. En mi opinión,
no debería uno respetar aquello que no
demuestra una suficiencia palpable y
más aún en investigación. Bajo la crí-
tica de quien evidentemente no com-
prendía mi realidad y la observación de
quien juzga sin fundamento, sumado
a aquellos que pensaban que yo que-
ría “coleccionar maestrías” y habien-
do culminado hace pocas semanas la
maestría en Administración en Salud,
tomé esta arriesgada decisión.
Mentiría si digo que todo fue perfecto,
estos años han sido los más frustrantes,
devastadores y a la vez enriquecedo-
res. Mi decisión fue visceral e impulsiva
(como casi el 50% de decisiones que he
tomado en mi vida) y aunque consideré
iniciar mis estudios de Doctorado pensé
que el mundo ya estaba lleno de “doc-
tores” sin el mayor respeto y genuina
pasión por lo que hacen, de academias
donde se tejen las más oscuras y perver-
sas enseñanzas que desligan progresi-
vamente la Universidad como un espa-
cio de discurso ideológico y político para
convertirse en centros de entrenamiento
al servicio de la economía capitalista.
Ya en 1989 la Mesa Redonda Europea
de Industriales (European Round Table,
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Natalia Sofía Gallego Eraso
a nivel nacional e internacional, se ca-
racteriza por un fuerte componente
humano y un número importante de
profesionales con grandes virtudes y
valores que se materializan en su en-
señanza y misión institucional. Podría
decirse que son el reflejo de una educa-
ción pertinente, aquella que se preocu-
pa por garantizar la coherencia interna
de sus capacidades y funciones, tanto
desde su currículo como de su gestión,
con el fin de dar respuesta a las necesi-
dades del contexto donde se desarrolla
y, por tanto, generar un impacto positi-
vo en el desarrollo social, cultural, eco-
mico y político (7).
Sin duda alguna, la maestría significó
un antes y un después para mi vida.
A pesar de tener una experiencia pre-
via en formación posgradual, no puedo
comparar la magnitud, el efecto y la
estimulación cognitiva que generó la
epidemiología. Y no me refiero solo al
despertar intelectual, sino también a
esas enseñanzas de vida que vinieron
de grandes seres humanos.
Hoy, sin temor a equivocarme, pienso
que no se es mejor científico por publi-
car, por estar categorizado en Mincien-
cias y por caer presos de la “tendencia”
y las corrientes que promueven una
competencia sin precedentes, entre in-
crementos salariales, gente que desan-
gra a las Universidades y otros tantos
que se jactan de ser grandes conoce-
dores en materia de investigación. La
ciencia mueve fibras y brinda regocijo
a aquellos quienes en algún momento
pensamos que no existía nada más por
qué luchar.
por sus siglas en inglés) lo había pro-
clamado: “se consideran la educación y
la formación como inversiones estraté-
gicas vitales para el éxito futuro de la
empresa”. Evidentemente, así es como
se tecnifican las profesiones y se coar-
ta la capacidad del pensamiento crítico,
no muy conveniente para las personas
que consideran que es más cómodo vi-
vir sobre lo que se ha venido haciendo.
No existen modelos educativos al mar-
gen de la sociedad que los produce. Es-
tos no salen de las cabezas de los pe-
dagogos de manera espontánea, sino
que responden de una manera u otra a
necesidades sociales y las perspectivas
de diversos grupos, ya sean de poder o
alternativos al poder dominante (5). Sin
embargo, se requieren escuelas de pos-
grado que formen posgraduados com-
petentes, capaces de enfrentar los retos
de este mundo cambiante y de incerti-
dumbre, acorde con las tendencias y de-
safíos contemporáneos y del futuro (6).
Pandemia, formación posgradual
y salud mental
Mi salud mental de algún modo se vio
fuertemente afectada. El estrés, el in-
somnio y una constante presión por
responder a todo hicieron de esta expe-
riencia un verdadero reto intelectual.
Durante estos últimos años, los es-
fuerzos se vieron duplicados, lo que se
suma a las inefables consecuencias de
la tan mencionada pandemia por CO-
VID19, que congeló la interacción social
con mis profesores y compañeros con
quienes iniciamos este proceso con la
Universidad CES de Medellín que, más
allá de ser una prestigiosa institución
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Después de dos largos años me en-
cuentro al final de mi maestría, en una
carrera sobre el tiempo, recordando
lo aprendido, con tristeza y nostalgia
en el alma por las personas que ya no
nos acompañan y una gratitud infini-
ta por quienes estuvieron en este bello
transitar.
El dolor de perder a quien admiramos
El 27 de febrero de 2022 será recordado
con tristeza por el inesperado y lamen-
table fallecimiento de mi maestro Dou-
glas Lizcano Cardona, profesional en
Gerencia de Sistemas de Información
en Salud de la Universidad de Antio-
quia y magíster en Epidemiología, que
se convertiría en doctor en Epidemiolo-
gía y Bioestadística de la Universidad
CES de Medellín, con quien tuve mi últi-
ma clase un año atrás en la misma fe-
cha, 27 de febrero de 2021. Recibí la no-
ticia de su fallecimiento un domingo en
la noche, de la manera más natural. Es-
taba revisando estados en WhatsApp,
cuando pude observarhasta siempre
mi buen amigo Douglas” dos días des-
pués de hablar por última vez con él,
el preludio de una despedida, de una
inesperada partida que significaría la
imposibilidad de volverlo a ver… al me-
nos en esta vida.
Mi última conversación con él se limi-
tó a cuestiones estadísticas, el profe se
convirtió en mi amigo, alguien a quien
podía acudir cuando los números y el
rigor metodológico llegaban. Si algo re-
cuerdo de esta maestría, es que busca-
ba cualquier excusa para estar en con-
tacto con mis profesores, esa gente me
inspiraba, sabía mucho y yo sentía que
dea exprimir cada pequeño segun-
do de conocimiento, algo así como una
simbiosis intelectual.
Sé que en las clases fui incómoda y mo-
lesta por preguntar, y es que después
de cierta edad a uno ya no le da miedo
hablar. Recuerdo que en una de las tan-
tas clases, el profe Douglas expresó que
estaría en la sustentación de mi tesis
para recordarme lo que debía demos-
trar, un lenguaje propio de un magíster
en Epidemiología, donde el bagaje ad-
quirido se iba a evidenciar en cada pa-
labra expresada. Hoy pienso en eso y
siento una gran tristeza porque sé que
no me podrá acompañar. Desde la in-
mensidad del cielo sé que nos recuerda
con el mismo cariño que nosotros (mis
compañeros y yo) sentimos por él.
A mi apreciado maestro y amigo solo
puedo expresarle mi afecto, admira-
ción y gratitud por sus enseñanzas, por
motivarme, por acompañarme en este
difícil caminar. El cielo se ha llevado a
un grande que siempre será recordado
y con quien espero encontrarme algún
día en la eternidad. A la vida le agra-
dezco por contar con el privilegio y for-
tuna de haber conocido a alguien como
él y, aunque es inevitable no sentir do-
lor, su esencia y energía estarán pre-
sentes en mi vida. Gracias a personas
como él, que lo entregan todo, fue para
mí un noble e incansable maestro, gra-
cias por los aprendizajes recibidos so-
bre estadística, por enseñarme el valor
de la paciencia. Por todas y cada una
de las generaciones que fuimos forma-
das, por su honorabilidad como perso-
na y su destacada calidad humana, por
esto y todo, GRACIAS.
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Natalia Sofía Gallego Eraso
La llegada del maestro
“Las guerras no le hacen
a uno grande”.
Yoda
Como si de una película se tratara,
como la saga de las “insoportables” pe-
lículas de Star Wars, llegó el maestro.
Recuerdo con gratitud y con una gran
sonrisa en mi rostro al maestro Samuel
Andrés Arias Valencia, en quien nunca
vi ni la más mínima señal de soberbia,
por el contrario, un ser humano amable,
de comentarios ingeniosos y muy agra-
dables. Si hacemos una comparación
con Yoda, el profe es ese maestro que
se caracteriza por su capacidad para
reflexionar de manera crítica. Como
buen catedrático de la Universidad de
Antioquia, corre por sus venas ese sen-
tido de corresponsabilidad social por la
humanidad. Para mí, un disipador de
ambientes hostiles por su tan marcada
sensibilidad.
Esto es un decálogo de gratitud. ¡Gra-
cias, profe!, por demostrarme que en el
mundo todavía existen personas dignas
de admirar, por su irreverencia, rebel-
día, espontaneidad y sed de libertad,
por todas las bellas enseñanzas sobre
la epidemiología y crítica social. Es us-
ted un Prozac en materia de salud pú-
blica. Llena el alma y la vida escuchar-
lo. Debo decir que “él hizo lo que se le
dio la gana con mi cerebro”, pues su
experiencia y riqueza intelectual logra-
ron convulsionar mi mente. Él me metió
esas ideas locas sobre la epidemiología
que vans al de los preceptos del
todo, qué bellos son los números, el
rigor en el análisis estadístico, el riesgo
atribuible y cuanta cosa aprendí en
la maestría… pero aún más bello es la
aplicación de todo esto en contextos
abiertos y plurales.
Sin duda, las clases del profe Samuel
me permitieron crecer. Si algún día ob-
tengo mi título de doctorado, espero que
sea en Ciencias Humanas y Sociales o
en aquello que me permita acercarme
a fenómenos como la pobreza o la des-
igualdad. Quiero comprender el impac-
to que sufren las poblaciones con los
nuevos modelos económicos, sociales y
del Estado, los efectos nocivos del ca-
pitalismo, la vulneración de derechos
humanos y, por supuesto, la conjunción
con la aparición y distribución de en-
fermedades que hoy en día representan
los apasionantes perfiles epidemiológi-
cos y muy seguramente diré que el artí-
fice de esta decisión es mi profe Samuel.
Recuerdo hoy, en un ejercicio de evalua-
ción respecto a la calidad de la maestría
desde la perspectiva de quien la cursó,
que el Profe Oscar Quirós preguntó: ¿La
Natalia de hoy piensa igual que la de
hace dos años? Y, ante esto, debo decir
que no, no soy la misma, siento como si
mi mente hubiese despertado de un es-
tado de letargo, como si hubiese entra-
do en un mundo de conciencia colecti-
va, con un hambre feroz por aprender
“it´s like I’ve been awakened”.
La epidemiología me ha generado gran-
des conflictos, la disyuntiva de mirar
un todo y volver a mi diario vivir, al
conocimiento reduccionista donde el
fragmento permite la “comprensión de
los sujetos de cuidado, mis pacientes.
Donde la identificación de la “prioridad
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de cuidado elimina el conocimiento o
acercamiento real al ser, ¡qué absurdos
somos !, ¿acaso la persona en sí misma
no es una prioridad?
Hoy me resulta ofensivo tratar de en-
señar a mis estudiantes que podrán
“evitar” o “mitigar” el desarrollo de en-
fermedades en individuos a partir de la
generalización de datos que provienen
de contextos tan distintos a los que se
vivencian en el departamento de Nari-
ño, datos que se aplican vulgarmente y
sin censura a pequeñas realidades hu-
manas. En ocasiones, quisiera ratificar
que no vale la pena tratar de hablar de
“hábitos saludables” cuando son cons-
trucciones sociales que están condicio-
nadas por prácticas culturales, con un
fuerte arraigo familiar y que en apa-
riencia se han hecho por superviven-
cia. Llevamos años haciendo lo mismo
y hoy en día las enfermedades cróni-
cas no transmisibles siguen ocupando
el tan ostentoso primer lugar asociado
con las causas de muerte por enferme-
dades cardiovasculares.
Quisiera decirles que nunca fuimos hé-
roes, ni lo seremos, y que existen allá
afuera tantas problemáticas como
“aparentes” posibilidades de solución;
que deberían aprovechar la socioan-
tropología, la psicología y otras ciencias
para entender por qué muchos de los
eventos de los que hablamos en salud
seguirán perpetuándose en el tiempo,
aunque hayan logrado el mejor estand
de “conocimiento” entre globos, festones
y celebraciones, y es que ellosn ven
pequeñas realidades. La vida en sí mis-
ma no es más que el resultado de una
dinámica social donde la intervención
educativa convencional resulta poco
concluyente cuando no se retoman
aspectos culturales, identidades y
subjetividades.
En este sentido, la transición hacia una
salud colectiva que se nutra perma-
nentemente del mundo simbólico de los
otros, para que dé cuenta de lo uno y lo
diverso, obliga también a la puesta en
escena de un modelo de planificación
estratégica situacional, donde se parta
de las necesidades sentidas desde las
propias comunidades, desde los territo-
rios sociales, desde la propia vida y, por
supuesto, desde el género (8).
Ojalá pudiera expresar que la gente ne-
cesita herramientas de cuidado y que
no soy quién para “enseñarle” a otro a
vivir. El perfil profesional de enferme-
ría debe contemplar que la enfermera
conozca la influencia de factores socia-
les en la salud y tenga la habilidad de
manejar dichas determinantes socia-
les, las cuales inciden de manera direc-
ta e indirecta en el proceso de salud-
enfermedad (9).
Que la investigación es bonita cuando
se piensa por y para otros, cuando uno
se siente útil haciendo eso que aparen-
temente “sabe” y que la academia es
una fuente rica en apariencia cuando
no impone ni hegemoniza. Ciertamente,
resulta paradójico enseñar sobre “di-
versidad” en ambientes poco diversos,
hablar de subjetividades cuando se as-
pira a procesos unificadores. ¡Qué gran
error! Incluso la población de los estu-
dios epidemiológicos comprende una
representación normalmente distante
de la llamada población de referencia
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Natalia Sofía Gallego Eraso
(y bastante diferente en términos de
contenido y sustancia) donde se con-
servan solamente algunos atributos
dimensionales seleccionados a partir
de su inmensa diversidad y compleji-
dad biológica, ecológica, psicológica y
cultural (es decir, un caso reducido a su
medición) (10).
Exposición y causalidad:
la lucha interna con la epidemiología
Hoy tengo un conocimiento más claro
de cómo cuantificar la distribución de
las enfermedades. Sin embargo, atri-
buir el riesgo a cuestiones numéricas
me frustra un poco. Mi diálogo ha cam-
biado, mis intereses van más allá de
preocupaciones individuales y sin im-
portancia. Admito sentirme conmovi-
da y en ocasiones con cierto grado de
enojo, me es imposible aniquilar cada
rastro de conciencia que ahora tengo,
eso sería traicionar a quien admiro, es
decir, a mis maestros.
Dentro de las muchas luchas que la epi-
demiología me ha generado, ha sido el
comprender el mundo desde una sem-
tica social la tan aclamada transdisci-
plinariedad en investigación. Me resul-
ta complejo ver a mis pacientes (que
por supueston sigo atendiendo por
mi vinculación como profesora de prác-
tica) desde una perspectiva tan arcaica
donde la consideración por las interac-
ciones sociales es casi nula o invisibi-
lizada. Nunca o en contadas ocasiones
consideramos al paciente dentro de su
proceso de cuidado. Desligamos del en-
foque etiológico la experiencia social y
subjetiva del individuo que incide en el
proceso salud- enfermedad. Anulamos
procesos económicos, sociales, demo-
gráficos y biológicos de los eventos y
destinamos horas de nuestro tiempo a
“paliar” la enfermedad.
El control de los problemas de salud, por
tanto, se fundamenta en la interven-
ción de los factores de riesgo o protecto-
res, valorados en cada individuo, pero
interpretados como poblacionales y, de
vuelta al individuo, cuando se quie-
ren establecer responsabilidades, es él
quien decide exponerse a un factor de
riesgo o protector (11).
Aun siendo una fiel convencida y segui-
dora de la enfermería clínica, cuestioné
lo que hacía y que todo este nuevo
sentir traerá consecuencias irremedia-
bles para mi vida.
Sueño con la riqueza de los momentos
que brinda el reconocimiento de los
saberes, estilos de vida y mecanismos
adoptados por las personas para “so-
brevivir”. Tal vez viviré echándole flo-
res a la epidemiología y seré insoporta-
ble, pero enalteceré su nombre durante
el tiempo que me quede de vida, pues la
epidemiología me convirtió en una mu-
jer crudamente realista.
Si bien utilizamos herramientas de la
epidemiología clásica, como el uso de
tasas, razones, curvas, o sea unidades
de análisis duras y frías, es en el análi-
sis e interpretación de esos datos donde
ponemos a jugar otras epidemiologías
que rompen con la mirada positivista,
como lo es la epidemiología social, asu-
mida como un proceso que adopta ca-
racterísticas distintas en los diversos
grupos humanos y poblacionales, según
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su inserción específica en la sociedad.
Esta visión obliga a dar cuenta de la
complejidad e integralidad del hecho
epidemiológico y a reconocer su dimen-
sión social (12).
Gracias a la epidemiología por permi-
tirme conocer otras ciencias al com-
prender la riqueza que genera cuando
puedo ir más allá del trasnochado aná-
lisis estadístico, cuando los problemas
que afectan a las sociedades no se en-
cuentran solo al alcance de las manos
de esos sujetos que hacen ciencia. Es
necesario ser prudentes y conscientes
de los límites de la epidemiología como
ciencia y darle un estatus de disciplina,
que requiere nutrirse de otros enfoques
y no solo del positivismo lógico (13). Seré
criticada y viviré bajo el reproche de
quien lea mis expresiones, pero, a pesar
de las muchas limitaciones de la epide-
miología, hoy soy una eterna apasiona-
da por ella, por su profundidad y por la
posibilidad que me ha brindado al vol-
ver estos discursos palpables.
La epidemiología social y mi vida
La Natalia de algunos años atrás te-
nía claramente establecido un proyec-
to de vida y, con certeza, consideraba
alcanzar su título o formación posgra-
dual a la edad de 30 años. La realidad
de hoy no es tan lejana de la de aquel
sueño. Sin embargo, mis intereses han
cambiado y las cuestiones que me ata-
ñen cada vez distan más de mi profe-
sión como enfermera. La epidemiología
me convirtió en una mujer mucho más
crítica frente a las cosas que hago, cri-
tico mi propio trabajo, cuestiono cada
día si esto que hago en realidad está
sirviendo para algo y si vale la pena
esforzarse tanto…
Haciendo una reflexión, entiendo que
uno de mis mayores temores sería caer
en la decadencia de quien ostenta títu-
los universitarios sin sustancia, sentir
que soy presa de un sistema que poco
o nada aporta a los demás. Sueño con ir
a campo, con compartir en comunidad
y enriquecerme de esa grandeza inte-
lectual que solo el contacto con otras
personas te puede brindar. Un enorme
referente de la saludblica de Colom-
bia, Rubén Darío Gómez Arias, puso de
manifiesto ante mis ojos la importan-
cia de una investigación con pertinen-
cia social, y es que en los últimos años
el incremento del número de maestros
(magísteres) y doctores no está asocia-
do al incremento de investigaciones de
impacto que requiere la sociedad (6). En
ese sentido, la epidemiología social co-
bra aún más sentido, ya que es la más
humana y estudia la forma en que las
estructuras, instituciones y relaciones
sociales influyen sobre la salud, es de-
cir, que en su contexto epistemológico
intenta develar la dinámica entre los
entornos sociales y la salud, se interna
en la exploración y debate de los pun-
tos comunes y de las diferencias en los
determinantes sociales de la salud en
las poblaciones (14).
El mundo está llamado a girar la mirada
a lo incómodo, a quienes no aprendimos
a obedecer y vivimos buscando un lugar
donde podamos ser, crecer y proponer.
Conclusiones
La formación posgradual debe enten-
derse como una reivindicación a la he-
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Vol 5 No. 1 - e-926 enero junio 2023. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.926
Natalia Sofía Gallego Eraso
gemonía de las sociedades, son los aires
de libertad que proclaman la urgente
necesidad de desencarcelar las ideas,
cuestionando, incluso, los modelos que
se han planteado las instituciones y el
Estado para dar un aparente orden ló-
gico a la productividad de quien inves-
tiga, ciertamente, para otros. La epi-
demiología me permitió comprender el
peligro de esa hegemonía, cuando te
conviertes en un fiel sirviente que infor-
ma pero no revela y mucho menos mo-
viliza. Generamos discursos sobre el im-
pacto de la investigación, pero la mayor
preocupación está centrada en la pro-
ducción desenfrenada de manuscritos y
libros que no están al alcance de quien
en realidad los necesitan: la sociedad.
El análisis de los recursos a los que tie-
nen acceso los individuos y grupos y las
formas en que los movilizan para pro-
teger/restaurar su salud, considerando
la sinergia de procesos biosociales, se
convierte en una vía que permite su-
perar las limitaciones de los marcos in-
dividualistas/biologicistas dominantes
y, en este empeño, las ciencias sociales
desempeñan un papel central (15).
Se hace necesario que las mallas curri-
culares estén en consonancia con los
nuevos escenarios y entornos sociales
cambiantes (16), donde exista una ma-
yor interacción entre las ciencias (en-
tendiendo que no existe solo una), se
desafíen los límites de las disciplinas y
se evalúe la pertinencia de los modelos
de medición en Colombia desde quienes
hacen ciencia.
Agradecimientos
La autora del artículo agradece a la
Universidad CES de Medellín por el co-
nocimiento brindado durante su forma-
ción como magíster en Epidemiología,
a cada uno de los profesores que son
fuente de inspiración, a sus colegas,
quienes compartieron con ella esta ma-
ravillosa experiencia, a quienes se han
ido y a quienes están por llegar.
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