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Impacto de ser segunda víctima de un evento
adverso: una mirada al cuidado del cuidador en
salud
Impact of being a Second Victim of an Adverse Event: a look at the
care of the caregiver in health
Impacto de ser uma segunda vítima de um evento adverso: um olhar
sobre o cuidado do cuidador na Saúde
Editorial Recepción: 12/04/2025
Aprobación: 20/04/2025 Publicación: 10/05/2025
Como citar este artículo / How to cite this article: Cifuentes-Tinjaca C.D. Impacto de ser segunda víctima
de un evento adverso: una mirada al cuidado del cuidador en salud. Boletín Semillero de Investigación en
Familia. 2025;7(1), e-1261. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.1261
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OPEN ACCESS
Facultad de Ciencias de la Salud I ISSN (en línea): 2744-9592 I Vol. 7 Núm. 1: enero - junio 2025
Cristian David Cifuentes Tinjaca
Enfermero, Estudiante de Maestria en Enfermería, Facultad de Enfermería,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. [email protected],
https://orcid.org/0000-0001-5648-2748
Impacto de ser segunda víctima de un evento adverso: una mirada al cuidado del cuidador en salud2
Vol 7 No. 1 - e-1261 enero - junio 2025. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.1261
those who care is not only an ethical
duty, but also a guarantee of safe and
humane care for patients.
Keywords: (source: DeCS): Second vic-
tims; Adverse events; Nursing errors;
Medical errors; Safety.
Resumo:
Os eventos adversos à saúde não afe-
tam apenas os pacientes, mas também
os profissionais envolvidos, conhecidos
como segundas vítimas. Essas pessoas
podem experimentar efeitos físicos (in-
sônia, fadiga), emocionais (culpa, an-
siedade, ansiedade) e psicológicos (sín-
tomas de estresse pós-traumático), que
afetam seu desempenho e bem-estar.
Laboralmente, isso pode ser traduzido
em ausentismo, licenças médicas ou até
mesmo abandono da profissão. Esta si-
tuação também afeta as instituições,
debilitando a cultura organizacional e
afetando a qualidade do serviço. Cui-
dar de quem cuida não é apenas um
dever ético, mas também uma garantia
de atenção segura e humana para os
pacientes.
Palavras-chave: (fonte: DeCS): Segun-
das vítimas; Eventos adversos; Er-
ros de enfermagem; Erros médicos;
Segurança.
Resumen
Los eventos adversos en salud no solo
afectan a los pacientes, sino también
a los profesionales involucrados, con-
ocidos como segundas víctimas. Estas
personas pueden experimentar efectos
físicos (insomnio, fatiga), emocionales
(culpa, miedo, ansiedad), y psicológi-
cos (síntomas de estrés postraumático),
que afectan su desempeño y bienestar.
Laboralmente, esto puede traducirse
en ausentismo, licencias médicas o in-
cluso abandono de la profesión. Esta
situación también impacta a las insti-
tuciones, debilitando la cultura organi-
zacional y afectando la calidad del ser-
vicio. Cuidar a quienes cuidan no solo
es un deber ético, sino una garantía
de atención segura y humana para los
pacientes.
Palabras clave: (Fuente: DeCS): segun-
das víctimas; eventos adversos; erro-
res de enfermería; errores médicos;
seguridad.
Abstract:
Adverse health events not only af-
fect patients but also the profession-
als involved, known as second victims.
These individuals may experience
physical (insomnia, fatigue), emotional
(guilt, fear, anxiety), and psychological
(post-traumatic stress symptoms) ef-
fects, which affect their performance
and well-being. At work, this can trans-
late into absenteeism, sick leave, or
even leaving the profession. This situa-
tion also impacts institutions, weaken-
ing organizational culture and affect-
ing the quality of service. Caring for
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Vol 7 No. 1 - e-1261 enero - junio 2025. DOI: https://doi.org/10.22579/27448592.1261Cristian David C ifuentes T injaca
En el contexto de los servicios de salud,
los eventos adversos son situaciones in-
esperadas que pueden causar daño al
paciente durante la prestación del ser-
vicio. Sin embargo, más allá de la afec-
tación directa al paciente, existe otra
figura que también resulta impactada
y que rara vez se reconoce: el profesio-
nal de la salud involucrado en el evento
(1). Este profesional es denominado como
segunda víctima, un término que ha ga-
nado relevancia en la literatura científi-
ca y en la práctica clínica por el efecto
devastador que puede tener en su bien-
estar físico, emocional, psicológico y la-
boral (2).
Cuando un evento adverso ocurre, el
profesional de enfermería, médico u otro
integrante del equipo de salud que estu-
vo involucrado, suele experimentar una
serie de reacciones negativas que van
desde la culpa, la vergüenza y el miedo,
hasta síntomas similares al trastorno de
estrés postraumático (TEPT) (3,4). Estas
reacciones pueden comprometer no solo
su capacidad para seguir ejerciendo con
confianza y precisión, sino también su
salud general: físicamente se pueden
presentar alteraciones del sueño, fati-
ga crónica, dolores musculares o cefa-
leas frecuentes, consecuencia del estrés
acumulado (4). A nivel emocional y psi-
cológico, muchos profesionales reportan
ansiedad, depresión, baja autoestima y
una pérdida significativa del sentido de
propósito en su labor (5).
El impacto laboral es igualmente alar-
mante; las segundas víctimas pueden
volverse menos eficaces en su traba-
jo, presentar ausentismo, pedir trasla-
dos, licencias por enfermedad o incluso
abandonar su carrera en salud debido a
la carga emocional que representa ha-
ber estado involucrado en un evento ad-
verso (6,7). Esta situación afecta al pro-
fesional y a las instituciones de salud,
ya que se traduce en pérdida de talen-
to, disminución de la moral del equipo,
incremento en la rotación del personal
y deterioro de la cultura organizacional
(8).
En este contexto, es fundamental que
las instituciones de salud no solo reco-
nozcan la existencia de las segundas
víctimas, sino que desarrollen mecanis-
mos de apoyo estructurados, empáticos
y sostenibles (9). Programas como los
sistemas de respuesta rápida al profe-
sional afectado, redes de apoyo entre
pares, asesoría psicológica inmediata
y seguimiento continuo, han demostra-
do ser efectivos para reducir el impac-
to negativo y permitir la reintegración
saludable del profesional a sus funcio-
nes (10). Estos programas deben estar
alineados con una cultura de seguridad
del paciente que priorice el aprendizaje
sobre el castigo, y que fomente el reporte
libre de represalias como una oportuni-
dad de mejora y no de señalamiento (11).
Además, es crucial entender que el abor-
daje de esta problemática no es solo una
responsabilidad del área de talento hu-
mano o bienestar, sino que debe formar
parte del sistema de gestión de calidad
institucional (12). Promover un entor-
no laboral saludable implica fortalecer
una cultura organizacional que valore
el autocuidado, fomente el respeto entre
colegas y brinde herramientas de afron-
tamiento al personal para gestionar si-
tuaciones adversas de forma resiliente
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(13). Esto se logra mediante capacita-
ciones periódicas, simulaciones clínicas
con escenarios de errores seguros y la
inclusión de temas como salud mental
y autocuidado en los procesos de induc-
ción y formación continua del personal.
La investigación también juega un pa-
pel central en el abordaje de esta pro-
blemática; es necesario generar cono-
cimiento desde el mismo entorno clínico
que permita entender cómo las expe-
riencias de segunda víctima varían se-
gún el contexto, la cultura y las con-
diciones institucionales (14). Estudios
locales y multicéntricos bajo el desa-
rrollo colaborativo e interdisciplinar con
universidades, asociaciones médicas y
de enfermería, asi como redes de hospi-
tales, permitiría el intercambio de bue-
nas prácticas y experiencias exitosas en
la implementación de estos modelos de
apoyo, considerando incluso las voces
de los propios profesionales afectados
(15).
En conclusión, ser una segunda vícti-
ma de un evento adverso puede tener
repercusiones profundas y duraderas
para el profesional de la salud. Más que
una reacción emocional transitoria, es
una vivencia que puede dejar cicatrices
profundas en la trayectoria personal
y profesional. Reconocer el impacto de
estos eventos y responder con acciones
concretas es una responsabilidad éti-
ca, institucional y colectiva. Priorizar
el bienestar del profesional de la salud
es, en última instancia, una inversión
directa en la calidad de la atención que
recibe cada paciente. Cuidar a quienes
cuidan es, hoy más que nunca, una prio-
ridad institucional.
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